31 oct 2010
¿Por que la actividad musical te hace bien?
¿Por qué la actividad musical te hace bien?
José Bulos
Profesor de Música con Orientación Piano
(Universidad Nacional del Litoral)
Hay diferentes actividades a las que llamamos “hacer música”. Hace música quien repite una melodía “de oído” cantando o tocando un instrumento, hace música quien compone, quien lee una partitura y la comprende, quien hace sonar lo que los signos escritos establecen, hace música quien improvisa o inventa tocando o cantando. De la misma manera participa del hecho musical el que puede integrarse a un grupo de personas haciendo palmas o cantando, y también quien escucha y es capaz de conmoverse por lo que percibe.
Muchas veces el aprendizaje musical (formal o informal) toma una sola de estas actividades y la prioriza por encima de las otras. Encontramos personas que nos cuentan que aprendieron a tocar un instrumento leyendo partituras y que creen que “no tienen oído” (aunque sus orejas sean más que visibles); otros que son capaces de acompañar canciones tocando los acordes correctos “de oído” pero no saben cómo se llaman esos acordes ni pueden entender una partitura (creen que leer música es para músicos, y ellos dicen no pertenecer a esa selecta categoría); otros que piensan que son incapaces para crear o componer siquiera una obra sencilla (pero sí pueden escribir textos, inventar recetas de cocina, dibujar, crear bromas para divertirse con amigos,...); y hay más casos.
En la actualidad sabemos que las distintas actividades musicales (tocar solo, tocar con otros, cantar, cantar en grupo, componer, improvisar, sacar de oído, leer, escuchar, dirigir, etc.) se complementan entre sí. Esta complementación permite que quien aprende entienda el sentido de cada actividad y la valore. Y lo que el alumno valora difícilmente sea olvidado.
Para lograrlo es necesario que el alumno pueda participar en diferentes instancias de trabajo grupal e individual que le permitan conocer sus capacidades, preferencias y dificultades; complementando y dinamizando su proceso de aprendizaje.
¿Por qué hacer arte?
En principio, por hacer arte. Hay algo de inexplicable en el estado que genera la acción y que nos conmueve, nos deslumbra, nos emociona. A partir de ese estado podemos conocemos, descubrir qué es lo que nos atrae realmente, qué nos gusta, qué nos moviliza y también qué nos incomoda, nos molesta, nos rebela. Esto es lo que aparece en bibliografías como “goce estético”, y ese goce está presente desde el nacimiento de la humanidad.
Pero también es importante que expliquemos que el estado de crisis permanente en que vivimos se fundamenta, entre otras cosas, en la ausencia de determinados valores como la sensibilidad, la capacidad de conmovernos, la valoración de los logros propios y los ajenos, la aceptación de las propias limitaciones y las de los demás, la tolerancia, el diálogo como herramienta para el acuerdo y la capacidad para el trabajo en grupo. Creemos que el arte puede ayudar a recuperar esos valores; y que no es casual que en la actualidad las actividades artísticas no son priorizadas y son reemplazadas por fenómenos masivos, repetitivos, redundantes, cada vez menos elaborados y más generalizados.
Sabemos que la concentración y dedicación que exige el estudio de un instrumento musical, la atenta sensibilidad, la adopción de distintos roles que son necesarios para hacer música en grupo y la posibilidad de participar como auditorio de diferentes propuestas artísticas generan un ámbito propicio para nuestro crecimiento como seres humanos, al permitirnos desenvolvernos en espacios que poseen sus propias reglas, donde no tienen cabida nuestras diferencias sociales y económicas, donde la humildad y el trabajo son los principales valores.
Por otra parte, el que hace arte (en cualquier nivel) posee una particular sensibilidad. Esta sensibilidad le permite percibir y sentir profundamente lo que otros, que no tienen el entrenamiento específico, pueden ignorar. Esta capacidad de sentir no es exclusiva para lo artístico, sino que puede ser incorporada y aplicada a cualquier actividad, haciendo que se escuche más, se observe con dedicación y se detecten detalles o sutilezas que nos ayudan a comprender mejor.
Existen estudios neurológicos que demuestran que las diferentes actividades musicales (audición, ejecución, composición, lectura, etc.) están relacionadas con modos de pensamiento diferentes y activan secciones específicas en el cerebro. Además se observa una importante participación de ambos hemisferios cerebrales, por lo que algunos no dudan en afirmar que la música es la actividad que activa la mayor cantidad de secciones cerebrales al mismo tiempo. Por ello la práctica musical sistemática implica un desarrollo psicomotriz e intelectual beneficioso para cualquier persona.
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